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Sociedad Psicoanalítica de Viena (página 2)




Enviado por Sergio Hinojosa



Partes: 1, 2

 

3. La Sociedad de
los Miércoles.

Pese a todo, el aldabonazo de la destitución de
la conciencia fue
vibrando en algunos oídos y poco a poco fue surgiendo una
escritura que
tenía en cuenta, en mayor o menor medida, para su tenue
comprensión o para hacer resonar las pasiones de la
ignorancia, del odio o del amor, la
marca del
nuevo horizonte. Su voz también resonó en algunos
inquietos, que al poco se convirtieron en "discípulos". En
1902, a propuesta del doctor Wilhelm Stekel, a quien Freud
había tratado "exitosamente" [(¿qué se
entendía por éxito
de una cura? ¿por qué la dan por válida
desde Jones a Nunberg?)], se crea un grupo de
interesados en discutir la psicología de Freud.
Son doctores en su mayoría, aunque hay también de
otras profesiones. De las actas de los primeros años de la
Sociedad de los Miércoles no queda sino indirecta
constancia, pero sí hay escritura a partir de 1906,
años aquellos en que el psicoanálisis ampliaba su campo de
"regresión" en la cura hasta el descubrimiento de la
peculiar sexualidad
infantil. El concepto de
inconsciente se ligaba de este modo al de pulsión,
abriendo el campo del análisis a las perversiones y haciendo
patente el concepto de transferencia en el hilado horizonte del
complejo de Edipo.

De aquellas reuniones de los miércoles
decía Nunberg: "Al analizar sus problemas
íntimos entre sí, esperaban poder ayudar a
sus pacientes, así como ayudarse a sí mismos. Dicha
esperanza que surgía de su fe en el análisis, los
unía en su devoción hacia Freud; al identificarse a
él como líder,
se convirtieron en pioneros del análisis (…) A
través de las discusiones, los participantes no
sólo se estimulaban entre sí, sino que estimulaban
al propio Freud."(5)

Es patética, en este sentido, la desmesura de
Urbantschitsch al introducir su caso en la sesión de 15 de
enero de 1908. Las anotaciones de entonces rezan: "Con ayuda de
notas tomadas de su diario, el orador describe su desarrollo
sexual hasta el momento de contraer matrimonio."(6)

Está claro que se sobreentendía que el
matrimonio había supuesto su "cura", como algunas veces se
oye decir a algunos analistas que por fin han logrado que su
paciente se ennovie o se case o se integre en la sociedad. Las
invectivas del amor son aquí apoteósicas, pero
más allá de la teatralidad de este afecto hay que
preguntarse qué es lo que Urbantschitsch ofrece a sus
oidores. Desde luego no es un saber sobre el resto, "una producción de un saber para el
psicoanálisis" como dice J.P. Klotz.(7)

No es casualidad que una de las mociones que se
pretendió imponer al presidente de la Asociación
(Freud a la sazón) fuera la siguiente: "Los ataques y las
intromisiones personales serían reprimidas de inmediato
por el presidente, al que se le habrá conferido tal
poder".

Freud se opone a esta propuesta y declara: "Esperaba que
al alcanzarse un saber psicológico más profundo se
superarían las dificultades en el trato personal." Y
sigue anotando Rank: "Hará uso de la autoridad que
se le asigna en la moción 5º solamente cuando algunos
asistentes molesten al orador con su conversación"
(8)

Freud en efecto estaba atento a la producción del
discurso
analítico en los otros, pero tal vez no estaba a su
alcance poner freno a ese imaginario en ebullición que
actuaba como "resistencia" al
análisis.

Los "discípulos" hacían lazo social en
base a la identificación al ideal, y en este anudamiento
de engaño amoroso exacerbado por la cercanía de las
pasiones expuestas, se fue cubriendo el campo del
"psicoanálisis" por una producción en un sentido
sobre todo extensivo, aunque a veces con atisbos importantes
entre los iguales. Transferencia de trabajo que
alcanzaba su soporte más sólido en el engaño
amoroso. Trabajo por amor a Freud y no por el deseo que Freud
había dejado al descubierto.

La presencia de Freud, nos dice Nunberg, servía
de regulador: "Aún brindando a todo el mundo plena
libertad para
expresar sus opiniones, no permitía que la
discusión se saliera de sus cauces. (…) sin embargo
tenía ciertos límites
(su tolerancia).
Mientras no estuvo totalmente seguro de que las
ideas divergentes amenazaban sus doctrinas "básicas", no
interfirió ni se opuso a ellas; se volvió
inexorable solo cuando le resultó evidente que el edificio
de su análisis estaba siendo amenazado. El mejor ejemplo
de su paciencia se dio con Adler…" (9)

Pero parece que esa presencia convertida en objeto de
amor no fue suficiente, en su estatura de ideal, para frenar las
pasiones del yo y relanzar la producción
analítica.

4.
La Sociedad Psicoanalítica de Viena.

El día 15 de abril de 1908, con motivo de la
presentación de la encuesta de
Hirschfeld, se dio a conocer públicamente la Sociedad
Psicoanalítica de Viena, quedando del anterior
círculo la costumbre de reunirse el miércoles y
algún que otro problema sin resolver.

La dotación de unas normas para la
sociedad no fue suficiente, sin embargo para apagar los viejos
problemas planteados en la sociedad de los
miércoles.

Algunos de ellos, como Adler, no pudieron soportar el
sometimiento a la palabra de Freud e intentaron afirmar por su
parte la exclusividad que les atenazaba. Adler fue el primero en
hacer de su nombre una exclusión, aunque ligada a un
conjunto de fantasías próximas al delirio, tales
como la afirmación de la inferioridad del órgano,
postulado fundamental de toda construcción neurótica. Olvidaba
este pensador agudo y proclive a ver en el sujeto una causalidad
ora biológica ora social, aunque siempre "agresiva", el
peso de la sexualidad en la teoría,
como muy bien se recoge en el documento. Adler afirmó su
exclusividad tomando prestado, de manera un tanto ladina, el
nombre que había creado Freud. Tuvo la desfachatez de
denominar a su "nueva" masa (en el sentido de Massenpsychologie)
"Asociación de Psicoanálisis Libre", como si
él psicoanálisis o Freud le hubieran mantenido
encarcelado en su propio fantasma.

Así, pues, aquella antigua Sociedad de los
Miércoles se había organizado en torno a uno, para
sustentar amorosamente su estampa (con incomodidad por parte de
Freud) y para extender el significante que él creó
(con su complacencia). Sin embargo, no se transmitió gran
cosa de lo más genuino del descubrimiento freudiano
más que a través de los propios escritos de
Freud.

No hay que olvidar, en este sentido que uno de los
más prolíficos como era Adler, recibió de
Freud una acertada crítica. Se la hizo pocos años
después de la defección, en 1914 en La Historia del movimiento
analítico, cuando escribió: "…lo que
verdaderamente le interesa (al psicoanálisis) es demostrar
que a todas las tendencias del yo se mezclan componentes
libidinosos, y la teoría de Adler acentúa, en
cambio, lo
contrario: la adición egoísta a los impulsos
instintivos libidinosos. Nada habríamos de objetar a esta
divergencia si Adler no la utilizara para negar siempre, a favor
de los componentes de los instintos del yo, el impulso
libidinoso". (10)

Hubo, por tanto, reconocimiento de Freud del
engaño de la psicología del yo (Adler acabó
llamando a ese "psicoanálisis libre", "psicología
individual") frente a la escucha del deseo y a la
localización de la pulsión. Pero, también
fracaso de la transmisión.

Tal vez pudiera afirmarse aquí, que lo que no se
juega en el análisis se juega en la institución (en
este caso consolidada como Sociedad Psicoanalítica de
Viena), de manera que si el primero no se concluye o simplemente
no se realiza, el sujeto queda condenado a repetir aquello que no
cesa de inscribirse en un "afuera" del dispositivo
analítico que es la institución, con todos los
efectos que el fantasma en marcha genere.

La "maniobra política por parte de
Freud para tranquilizar a Adler y beneficiar al movimiento
analítico" (p.16) (que Adler ocupara su propio lugar, en
la presidencia de la Asociación de Viena) no detuvo el
ciego impulso de éste en aquello que Freud le reprobaba
como su "indómita manía de prioridad" y que no era
sino la actuación de su propio fantasma campando por sus
respetos, por no encontrar el goce intolerable que le hubiera
precipitado a una escucha afortunada. El acto político se
interpuso al acto analítico (ético) por razones que
escaparon a los mecanismos de transmisión.

Freud reconoció haberse equivocado en ese
sentido: "…Me quedaba todavía por aprender que los
analistas podían conducirse también exactamente
como los enfermos sometidos al análisis". Y eso que desde
muy pronto, como recoge el documento, había visto la
necesidad de que los analistas se psicoanalizaran.

5. La
Asociación Psicoanalítica
Internacional.

Al inventar la Internacional a partir del Congreso de
Nuremberg, como se recoge en el documento, Freud había
pensado en dotar al dispositivo de una serie de
características que permitieran la garantía de la
formación y "…poder rechazar toda responsabilidad derivada de la actuación de
aquellos que no pertenecen a nuestro grupo y dan, sin embargo, a
sus procedimientos
médicos el nombre de psicoanálisis" (pg.16). Pero
también, una vez más, el amor
funcionó como obstáculo y pensó en una
"personalidad
directora" que garantizara la marcha de una institución
para la formación. Esa personalidad directora era el amado
Jung.

Efectivamente y tal como se afirma en el documento, "
…bajo la égida de un profesor
universitario, creador de un instituto de psicoanálisis,
le parecía más promisorio ( que la expansión
del psicoanálisis desde el grupo de Viena)" (p. 16) Freud
creyó encontrar un interlocutor válido en el centro
de Europa, en Suiza,
y justo lo halló en contigüidad con lo más
emblemático de su demanda, que
en cierto modo le hacía obstáculo: "la ciencia de
la psiquiatría".

Un psiquiatra entusiasta y joven, discípulo del
afamado Bleuler de la clínica de Burghölzli le
escribía haciendo señal de una profunda
comprensión del psicoanálisis. Satisfacía,
en cierto modo una demanda tal como reconoce en la Historia del
movimiento analítico el propio Freud: "…Jung
aplicó con éxito el método de
interpretación analítico a los
fenómenos más extraños y oscuros de la
dementia praecox, evidenciando que tales fenómenos
tenían su origen en la vida y preocupaciones de los
enfermos. A partir de aquí, se hizo ya imposible a los
psiquiatras seguir ignorando el
psicoanálisis."(11)

Jung apenas si participó en aquellas reuniones de
los miércoles, pero obtuvo, para exasperación de
los otros entusiastas, una atención privilegiada del maestro. Freud
abrió el oído a
todo lo que Jung contaba de la experiencia con la demantia
praecox y la paranoia. Y aún reconociendo los
límites de la psicosis muy
pronto, la ausencia de transferencia y por tanto su
inadecuación al análisis, no por ello dejó
de interesarse durante toda su vida por ese más
allá del análisis.

Jung afirmó igualmente su exclusividad creando un
nuevo psicoanálisis. Lo hizo borrando la incomodidad y el
obstáculo para el reconocimiento del psicoanálisis:
la sexualidad. Con una libido reconvertida en inocente e inocua
energía psíquica, podía extenderse hasta las
más altas cumbres del reconocimiento. No era tanto un
problema de conceptualización diferente, sino de la
imposibilidad trágica para una escucha que no fuera la de
gozar con la significación. Las otras fronteras
conceptuales caerían sobre este caldo aguado y confuso
adornado con los brillos más intensos de la
interpretación culturalista. Un olvido más y un
corte más en la transmisión de la escucha fundante,
esta vez emparejado con una producción sucedánea
que cundía y formaba escuela.

Freud mismo nos da un ejemplo de esa producción
jungiana, y de las "imposiciones éticas" que practicaba en
nombre del psicoanálisis. Freud lo describe a partir de
una confesión que un paciente de Jung le hizo
espontáneamente: <<…por ejemplo,
concentración interior por medio de la
introversión, meditación religiosa, nueva vida
común con mi mujer, etc. Tales
exigencias acababan por ser superiores a mis fuerzas, tendiendo,
en definitiva, a una transformación radical de mi
personalidad interior" – y explica- (…) Jung en Exposición
de la teoría analítica se propone la labor
terapéutica de "despojar a estos complejos de su carga de
libido", pero "(esto…no se consigue desatendiéndolos e
impulsando al sujeto a una sublimación, sino
ocupándose penetrantemente de ellos y haciéndolos
consciente en toda su amplitud. El primer fragmento de la
realidad que el enfermo ha de tener en cuenta es precisamente su
enfermedad. Los esfuerzos que se hagan por sustraerle a esta
labor suponen una incapacidad del médico para ayudarle a
vencer las resistencias o
un miedo del mismo a los resultados de tal tarea."(12)

Si Adler renunció al nombre
"psicoanálisis", Jung para disgusto de Freud no lo hizo,
animándole más al establecimiento de una defensa
del psicoanálisis dentro de sus propias
fronteras.

El amor de Freud provocó pues, callejones sin
salida, aunque algo del deseo de Freud pudiera atravesar esa
barrera de afectos a través de la transmisión de su
escritura.

6. El
Comité secreto de los siete anillos.

Afirma el documento que "Este comité llenaba sin
duda su función
primaria de fortalecer el ánimo de Freud frente a los
enconados ataques de que era objeto". También se afirma
que, dicho comité, disponía de una política
unitaria y que "…funcionó perfectamente por lo menos
durante diez años, cosa que no deja de ser notable para un
cuerpo tan heterogéneo como ese, y del que, según
Jones, sólo Ferenczi y él mismo realizaron un
análisis personal en toda regla"(p.17)

La idea surgió según cuenta Jones, de este
modo: <<En julio de 1912, mientras Freud se hallaba en
Karlbad, yo (Jones) me encontraba en Viena y mantuve una
conversación con Ferenczi sobre la situación (la
defección de Adler y los malentendidos con Jung). El
plan ideal
habría sido, según lo señaló con todo
acierto Ferenczi, el procurar que un cierto número de
personas cabalmente analizadas por Freud estuviera repartido en
los diferentes centros o países. Pero como parecía
no haber posibilidades para la realización de esta idea,
yo propuse que entre tanto constituyéramos una especie de
"Vieja guardia">>(13)

Uno se puede preguntar ¿qué efectos tuvo
esa vigilancia de las disidencias y ese modo de defensa del
discurso analítico a la manera de una "vieja guardia"?.
Pendientes de aquello que socavaba el amor, no veían lo
que obstaculizaba el avance del psicoanálisis en su propio
empeño. La norma ilustrada a la que se acogió el
Comité fue la que otrora Kant introdujera
en su respuesta a ¿qué es la
ilustración? Cuando afirmaba que había que
preservar la disconformidad para el ámbito privado
especializado y ofrecer al público una actitud acorde
con el principio de la jerarquía. El compromiso era "…en
el caso de que alguno decidiera apartarse de alguno de los
principios
fundamentales del análisis, debería comprometerse a
no hacerlo públicamente sin antes discutir sus ideas con
los otros miembros del grupo".

Lacan en su Proposición de 9 de octubre
escribía en relación a esta especie de "Komintern":
<<El efecto inducido de la estructura
así privilegiada se aclara aún más por
agregársele la función en la Iglesia y en
el Ejército del sujeto supuesto al saber. Estudio para
quien quiera emprenderlo: llegará lejos.

-y continúa- Al atenerse al modelo
freudiano, aparece de modo deslumbrante el favor que reciben en
él las identificaciones imaginarias, y a la vez la
razón que encadena al psicoanálisis en
intensión a limitar su consideración, incluso su
alcance.">>(14)

Tal vez de las instituciones
hay que decir que son inventos y que
éstos sirven en tanto sirven, como decía Jean
Pierre Klotz: "Una invención no es pues un ideal, ni un
fin, y menos aún un fin ideal, pero permite orientar
el trabajo,
afilar las herramientas,
hacer avanzar."(15) Hay que preguntarse entonces, si el invento
del Comité sirvió para orientar el trabajo, afilar
la escucha con el desarrollo de la teoría y si realmente
hizo avanzar al psicoanálisis. Por que ser guardián
¿de qué? ¿qué se ha de transmitir? No
se trata tanto de ejercer una suerte de maternaje a la manera en
que lo hizo Jones con la persona de Freud,
hasta llegar a cumplir la demanda que le aparece a Freud en un
déjà vu de estar entre los personajes del atrio de
la Universidad de
Viena [en 1955 regaló un busto de Freud con la
inscripción famosa(16)] sino de hacer posible la
transmisión de un discurso no universitario que hace
posible la introducción del sujeto del
inconsciente.

Una pregunta quisiera por último plantear a
vuestra consideración ¿Cómo explicar que
pudiera surgir la recuperación de Freud del olvido
instituido?. Desde luego queda la escritura de Freud, pero
¿es esto suficiente la escritura de Freud para explicar a
Lacan? ¿A qué fin llevó la escucha de
Löwenstein? Da la impresión que los grandes avances
hicieran saltar por los aires las instituciones que se supone han
de salvaguardarlos. Mas, este interrogante cubre otra etapa
temporal que más tarde, supongo, se analizará.

NOTAS

1.- Manuel González y Blanca Fernández, De
las reuniones de los miércoles de la Sociedad
Psicoanalítica de Viena hasta la desaparición del
Comité Secreto de los Siete Anillos. Cuadernos Andaluces
de Psicoanálisis nº 25, p. 13-17)

2.- LACAN, Proposición de 9 de
octubre, p.17

3.- E. ROUDINESCO, Jacques Lacan: esbozo de una vida.
Anagrama P.116

4.- J.L. GAULT, Para una epistemología lacaniana, en "¿Conoce
usted a Lacan?, Paidos, p.194

5.- Las reuniones de los miércoles en Actas de la
Sociedad Psicoanalítica de Viena, Nueva Visión, T.
I p.14

6.- ibd. P. 289

7.- J.P.KLOTZ, Lacan y los psicoanalistas que amaba, en
"¿Conoce usted a Lacan?, p.124

8.- Actas…T. I p. 309

9.- ibid. P.17

10.- FREUD, Historia del movimiento analítico,
O.C. Vol.V, pg. 1922

11.- ibid. P.1907

12.- FREUD, H.M.A., p.1930

13.- E. JONES, Freud, T. II p.360

14.- LACAN, Proposición, p.22

15.- ibid. P.124

16.- Frase de Sófocles perteneciente a Edipo Rey:
"Aquél que descifró los enigmas y fue varón
muy poderoso"

 

Sergio Hinojosa

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